Visión Siete Internacional/ El 1º de octubre, la céntrica plaza de Tiananmen, en Pekín, fue el escenario de la mayor demostración de poderío tecnológico-militar de China. Durante la celebración del 60 aniversario de la revolución, no llovió.
Este sería sólo un dato menor si no fuera que se volvieron a poner en práctica las técnicas de manipulación del clima.
En los Juegos Olímpicos de agosto del año pasado, se utilizaron aviones y artillería terrestre que dispararon cohetes con productos químicos para dispersar las nubes.
Según el jefe del Buró de Meteorología, Guo Hun, la experiencia demuestra que el sistema funciona a nivel local, pero que no controla las grandes tendencias climáticas.
El China Daily informó que el operativo fue muy parecido al implementado en los Juegos, cuando se lanzaron 1.104 cohetes con 2.800 kilos de diatomita desde treinta aviones en la frontera con Mongolia y desde 21 puestos de las afueras de Pekín.
La diatomita es un mineral que puede absorber el vapor de las nubes, disipando de esta manera la probabilidad de precipitaciones. Diversos grupos ecologistas rechazaron el método por antinatural y porque colabora con la desertización que sufren vastas regiones de Mongolia.
Los defensores del proyecto sostienen que no elimina los fenómenos naturales, sino que los retrasa o adelanta, que sólo funciona cuando las nubes no son demasiado espesas y que por lo tanto el éxito no está siempre asegurado.
Además de la nueva diatomita, los chinos experimentaron con yoduro de plata, que aumenta la condensación de las nubes y genera lluvia, y con hielo seco y nitrógeno líquido.
La Administración Meteorológica reveló que, desde 1995 hasta el 2003, se realizaron más de cuatro mil doscientos vuelos.
La agencia oficial Xinhua informó que se puede provocar lluvias artificiales en un tercio del territorio chino. El arsenal para sembrar o disipar nubes incluye 6.781 baterías de artillería y 4.110 lanzacohetes.
Sin embargo, muchos científicos niegan la efectividad de estos operativos y sostienen que no hay ninguna prueba científica irrefutable del éxito real en la formación o disipación de nubes.
Según un artículo del periódico Usa Today, funcionarios chinos afirmaron que los avances en este campo son tan secretos como los adelantos en el terreno nuclear lo son en los Estados Unidos.
Si bien no alcanza controlar la lluvia para controlar el clima, es evidente que el ecosistema, al modificarse artificialmente, provoca consecuencias impredecibles. Hacer llover o evitar las precipitaciones en un lugar ocasiona la falta de lluvias o tempestades en otro punto del planeta.
El alcance y la escala de los efectos del cambio de clima provocan pobreza y en el futuro el colapso de estados enteros, con consecuencias sin precedentes para la estabilidad política y social. Esta es una de las conclusiones del informe 2009 State of the future, producido por el Millenniun Project y publicado por The Independent.
En el mismo estudio se asegura que los países desarrollados deberían hacer un esfuerzo como el que llevó el hombre a la luna para evitar la tragedia del presente y un futuro desolador.
Unos 25 millones de niños padecerán hambre en un plazo de cuatro décadas por la escasez de alimentos que causará el aumento de las temperaturas, según un estudio del Instituto Internacional de Política Alimentaria dado a conocer en la reunión de cambio climático de la ONU que se celebró hasta ayer en Bangkok.
El 75 por ciento de los pobres de todo el mundo reside en las áreas rurales, las más vulnerables a las alteraciones climáticas. Para el año 2025 podría haber tres mil millones de personas sin agua potable si continúan las condiciones actuales. El aumento de las urbanizaciones y la concentración de la producción ganadera provocarían nuevas pandemias.
En el ámbito científico la pregunta es: ¿Se puede manipular el clima de manera predecible y sin consecuencias? La mayoría de los especialistas sostienen que no.
Los 4.000 delegados de 179 países que participaron hasta ayer en la conferencia del Clima, en Bangkok, elaboraron un informe que será la base de la reunión de noviembre próximo en Barcelona, donde se cerrará la Agenda de la Cumbre de Cambio Climático de diciembre en Copenhague.
Si algo quedó claro luego de las deliberaciones, es que no se trata sólo de un tema ambiental. Según alertó el propio Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, el cambio climático es el problema geopolítico y económico del siglo XXI.
Sábado 10 de octubre de 2009/ Redacción: Félix Arnaldo/ Edición: Pablo Ifantidis/Todos los derechos son de Canal 7 – TV Pública de Argentina. © Noticiero Visión Siete/ TV Pública/ Argentina