En marzo, y luego de meses de protestas que provocaron 135 muertos, el Presidente de Madagascar, Marc Ravalomanana, debió abandonar el gobierno. El pueblo se sintió traicionado porque había firmado un contrato para ceder a la multinacional surcoreana Daewoo los derechos de explotación de un millón trescientas mil hectáreas para cultivar maíz durante 99 años.
La indignación es lógica en un país que importa alimentos mientras tiene tierras fértiles y el setenta por ciento de su población está desnutrida o mal alimentada.
El caso de Magadascar mostró el costado más dramático de la apropiación de la tierra por grupos privados o gobiernos, conocida en ingles como land gabbing, que viene creciendo de manera alarmante en los últimos años.
El incremento de las compras masivas de terrenos en África y otros continentes aumenta el riesgo de que los pobres se vean desposeídos o se les impida el acceso a la tierra y el agua. Ésta es la conclusión principal de uno de los primeros estudios sobre la compra de inmensas extensiones de tierras en países de África, América Latina y el sudeste asiático por parte de empresas transnacionales y Estados importadores de alimentos.
El informe fue encargado al Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED), por la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), y revela que este es un negocio de multinacionales, empresas locales filiales de empresas extranjeras y de Estados con superávit de capital y déficit de tierra cultivable.
Las compras de tierras suelen estar acompañadas de expropiaciones. Según advierte el documento, las legislaciones locales no protegen el derecho de acceso a la tierra de la población, dejando que los acuerdos entre empresas y gobiernos se hagan sin transparencia y sin la participación de los actuales habitantes.
La preocupación por la seguridad alimentaria y energética es uno de los motivos de estas operaciones, a los que se suman las oportunidades de negocio y la demanda de productos básicos agrícolas para la industria. Entre 15 y 20 millones de hectáreas de países pobres cambiaron de manos desde el 2006, el monto de las operaciones ronda entre los 20 y 30 mil millones de dólares.
Los países que más tierra venden o alquilan son Rusia, Ucrania, Brasil, Pakistán, Filipinas, Laos, Indonesia, Sudán, Madagascar, Mozambique y otros africanos. Las empresas que más compran están radicadas en Corea del Sur, China, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Japón e India.
La mayoría de las compras se realizan a través de empresas intermediarias de los Estados, Bancos o fondos de inversión privados, como el banco estadounidense Morgan Stanley, el inversor ruso Renaissance Capital y el fondo británico Landkom en Ucrania, por un total de 700 mil hectáreas; el Británico Emergent Asset Management, que comprará 50 mil hectáreas en Mozambique, Sudáfrica, Botsuana, Zambia, Angola y Congo y los fondos suecos Black Earth Farming y Alpcot Agro en Rusia por 450 mil hectáreas.
En noviembre del 2007 el grupo japonés Mitsui compró cien mil hectáreas en Brasil para la producción de soja. También el grupo holandés Louis Dreyfus compró en Brasil sesenta mil hectáreasEn Pakistán, Tailandia y Filipinas rechazaron ofertas y bloquearon ventas. La comida se ha convertido en un bien para especular. Mientras los mercados de valores son muy inestables, la gran bolsa mundial de agricultura sigue siendo muy rentable, insiste Olivier Longué, presidente la ONG Acción contra el Hambre.
Las multinacionales en busca de negocio, que compran como inversión, pueden manipular el precio de los alimentos básicos. Si la comida se transforma en una fuente de negocio, los más pobres seguirán siendo las víctimas porque los más ricos se aseguraran los alimentos con la propiedad de las tierras.
El director de la FAO Jacques Diouf, declaró al Wall Street Journal que puede estarse creando una forma de neocolonialismo.
Sábado 22 de agosto de 2009/ Redacción: Félix Arnaldo/ Edición: Paolo Menghini/ Visión Siete Internacional/ © Noticiero Visión Siete/ TV Pública/ Argentina